martes, 6 de mayo de 2008

1): EL BANCO DE LA REPÚBLICA Y LA REVALUACIÓN DEL PESO:
La Institución en sus casi setenta años de existencia ha desempeñado una labor fundamental en la definición y puesta en práctica de la política económica del país y presenta vínculos tan estrechos con el proceso económico de la Nación, que en diversos períodos se hace difícil diferenciar la historia del Banco y la de los temas monetarios que le ha correspondido desarrollar.
La creación del Banco obedeció a la existencia de problemas de fondo que afectaban la vida económica nacional. La anarquía que había predominado entre el ejercicio de labores de emisión y gasto (el dinero de curso forzoso), así como la carencia de una autoridad que regulara la moneda y ordenara la labor de la banca comercial existente, constituyeron las razones principales para justificar su fundación. El hecho de que en 1923 se hubieran presentado asuntos específicos que condujeron a la decisión de su inmediata creación y puesta en funcionamiento, como fue la falta de liquidez, que a mediados de ese año afectó los principales bancos del país y que era preciso remediar con premura, no debe dar lugar a confusión acerca de las verdaderas causas que exigían un banco central de emisión. Entre aquellas de carácter circunstancial, frecuentemente mencionadas, además de la carencia de liquidez, se ha argumentado que en ese momento se requería un banco central como respaldo para conseguir inversión extranjera y préstamos externos, en una época en que era difícil interesar a los banqueros internacionales en planes y programas de mediano y largo plazo encaminados a un mayor desarrollo económico. Sin embargo, fueron las razones básicas vinculadas a la necesidad de darle autonomía a la labor de emisión y de contar con una autoridad monetaria, las que llevaron a su creación, en virtud de la Ley 25 de 1923.
LA REVALUACIÓN DEL PESO:
Dos fenómenos concomitantes y sumamente gravosos, entre muchos otros, han golpeado sin misericordia la economía nacional en los últimos tiempos: la revaluación del peso y las altas tasas de interés. Éstos han sido señalados entre los principales causantes de la crisis pavorosa por la que atraviesan las actividades productivas domésticas. Contra ellos se ha levantado un clamor reiterado de industriales y agricultores, que se ha expresado en foros, en los medios de comunicación y en el Congreso de la República, exigiendo correctivos, sin que sus voces hayan tenido el menor eco en las autoridades que tienen a su cargo el manejo de tan vitales variables de nuestra economía.
Mientras el Banco de la República, ente al cual la Constitución le asigna el manejo de la moneda, el crédito y los cambios internacionales, sostiene, a tono con el diagnóstico del FMI, que la responsabilidad por las altas tasas de interés y la revaluación radica en el crecido déficit fiscal del gobierno, éste acusa a la junta directiva del Emisor de no adoptar las medidas que reduzcan las tasas de interés y reviertan la tendencia revaluadora. Retomemos algunos hechos históricos, para desvelar las verdaderas causas de comportamiento tan aberrante.
En Colombia la transformación se ha cumplido a partir de la constituyente de 1991. Los asambleístas, de acuerdo con el proyecto oficial, consagraron el viraje a través de los artículos 371 a 373 de la nueva carta. Allí se le otorgan al Banco las funciones básicas de "regular la moneda, los cambios internacionales y el crédito; emitir la moneda legal; administrar las reservas internacionales; ser prestamista de última instancia y banquero de los establecimientos de créditos, servir de agente fiscal del gobierno". Aunque se advierte que "tales funciones las ejercerá en coordinación con la política económica general", no existe ningún mecanismo que lo obligue efectivamente someterse a la política económica del gobierno.
En el artículo 373 se obstaculiza el financiamiento al gobierno. Ello porque la doctrina neoliberal pregona que, sin déficit fiscal, con revaluación y altas tasas de interés, se contribuye decisivamente a quebrar la inflación endémica de nuestros países, aunque para lograrlo se tenga que sacrificar el avance de la producción industrial y agropecuaria. Los efectos de la aplicación de semejantes fórmulas en Colombia no pueden ser más funestos. Mientras la inflación sigue con índices superiores a las metas de "inflación esperada" del banco, la producción de las ramas básicas se debate en una crisis sin salida, a la par que las actividades financieras y especulativas gozan de exorbitantes ganancias año tras año.
Actualidad…
La Junta Directiva del Banco de la República mantuvo inalteradas las tasas de interés pero fortaleció las medidas cambiarias para enfrentar la revaluación del peso.
A pesar de haber manifestado nuevamente su preocupación por el comportamiento de los precios, en especial los regulados, el Emisor resolvió mantener en 9,75 por ciento su tasa básica de interés. Con el consentimiento del gobierno, la Junta adopto nuevos mecanismos de manejo monetario con el objeto de frenar la caída del dólar y atacar la revaluación del peso.
En adelante las importaciones que no se cancelen dentro de los seis meses siguientes a la fecha en que fueron realizadas, serán castigadas con la constitución de un depósito equivalente al 40 por ciento sobre el valor de la compra efectuada.
El depósito se mantendrá congelado por seis meses en el Banco de la República sin remuneración alguna. La medida no se aplica a la importación de bienes de capital y la compra de equipo militar pero sí a las demás importaciones estatales.
La Junta decidió también castigar con el depósito del 40 por ciento, las operaciones de endeudamiento externo que realicen colombianos residentes en el país para crear empresas en el exterior. Esta sanción se hará efectiva cuando el crédito no se invierta para lo que se dijo y, por el contrario, los recursos obtenidos se traigan al país.
Esta medida tiene carácter preventivo y buscar anticiparse a eventuales trampas en operaciones dirigidas a eludir las restricciones al ingreso de capitales al país, explicaron las autoridades monetarias. Los nuevos mecanismos de restricción cambiaria se suman a los ya vigentes relacionados con las inversiones de portafolio, el endeudamiento externo de corto plazo y las establecidas alrededor de la posición propia; entre otras.
Al terminar la semana el precio del dólar recuperó un poco más de nueve pesos para cerrar, en su valor promedio, en mil 775 pesos con 56 centavos. En lo corrido del año la revaluación del peso está en el doce por ciento y en año completo en el 16 por ciento.
2): BIOCOMBUSTIBLES Y CRISIS ALIMENTARIA:
Los motines del hambre se multiplican por todo el mundo tras el alza súbita de los precios de las materias primas alimentarias que se han revelado particularmente mortales. Las poblaciones del Tercer Mundo, asfixiadas por un sistema económico irracional e insostenible, expresan su rabia en todos los continentes: en Haití, donde el Primer ministro fue destituido de sus cargos, en Filipinas o en Egipto. Más de 37 países de África, Asia y América Latina, que representan un total de 89 millones de personas, están afectados directamente por la crisis alimentaria.Y, desgraciadamente, esto no ha hecho más que empezar.
Jacques Diouf, director general del Programa Alimentario Mundial de las Naciones Unidas, señaló los factores que han conducido a esta repentina subida de los precios, a saber, una bajada de la producción debida al cambio climático, niveles de existencias sumamente bajos, un consumo más elevado de las economías emergentes como China y la India, el altísimo coste de la energía y el transporte y, sobre todo la demanda, cada vez más alta, de producción de biocombustibles.
Estados Unidos ha sido el principal promotor, con Brasil, de la política de los biocombustibles para hacer frente al alza de los precios del petróleo, ignorando las consecuencias dramáticas y previsibles de semejante producción. Así, para satisfacer sus necesidades energéticas, Washington está promoviendo una estrategia que va a llevar a gran parte de la humanidad al desastre. No hay ninguna duda al respecto y las grandes instituciones internacionales son unánimes en cuanto a este asunto, incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, subrayó que el aumento mundial de la producción de biocombustibles amenazaba el acceso a los productos alimenticios de las poblaciones pobres del Tercer Mundo. «A corto plazo, es muy probable que la expansión rápida de combustibles verdes, a nivel mundial, tenga efectos importantes en la agricultura de América Latina», afirmó la FAO.
Efectivamente, la producción de biocombustibles se hace en detrimento de los cultivos de plantas comestibles utilizando las reservas de agua, desviando tierras y capitales, lo que origina un aumento de precios de los productos alimenticios, y «pondrá en peligro el acceso a los víveres a los sectores más desfavorecidos», concluyó la Organización en un informe presentado en Brasil Las desastrosas consecuencias sociales de esta política son fácilmente previsibles cuando se sabe que la inseguridad alimentaria ya afecta a 854 millones de personas.
Brasil, que se esfuerza en propagar la producción de biocombustibles en América Latina y en África, negó el hecho de que esta política sea responsable del alza de los precios de los alimentos en el mundo. El ministro de Finanzas, Guido Mantega, expresó su desacuerdo: «Eso pone en peligro la producción alimentaria.en Estados Unidos, pero no en Brasil, no en los países africanos, no en los países de América Latina, que tienen bastantes tierras para producir los dos».
El presidente brasileño Luis Inacio Lula da Silva también rechazó esa tesis. «No me digan, por el amor de Dios, que la comida es cara a causa del biocombustible. La comida es cara porque el mundo no está preparado para ver comer a millones de chinos, indios, africanos, brasileños y latinoamericanos», afirmó. Lula abogó en favor de los biocombustibles pues Brasil es el segundo productor mundial detrás de Estados Unidos.
Pero los precios de las materias primas contradicen de forma contundente las palabras de Mantega y el presidente brasileño. La producción de biocombustibles sustituye a los cultivos alimentarios y fomenta el alza de los precios. Así, el precio del arroz aumentó en un 75% entre febrero y abril de 2008 mientras que el precio del trigo explotó en un 120% durante el mismo periodo. Lo mismo ocurrió con otros productos básicos como la soja, el maíz, el aceite, la leche, la carne y otros.
El secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki-moon reclamó medidas de emergencia para poner fin a la crisis alimentaria. El Banco Mundial llamó a los gobiernos de los países miembros para que intervinieran rápidamente para evitar la propagación del cataclismo alimentario y subrayó que la duplicación de los precios de los productos básicos durante los tres últimos años «podría hundir más profundamente en la miseria a 100 millones de personas que viven en los países pobres». El precio del trigo, por ejemplo, aumentó en un 181% en tres años. El FMI ha puesto en guardia contra una hecatombe anunciada: «Los precios de la alimentación, si siguen como ahora, las consecuencias serán terribles. Como aprendimos en el pasado, este tipo de situaciones termina a veces en guerra».
Jean Ziegler, relator especial de las Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, calificó la producción masiva de biocombustibles de «crimen contra la humanidad» y advirtió de que el mundo se encamina «hacia un largo período de motines», y señaló claramente a los culpables criticando la política desastrosa del FMI, el dumping agrícola de la Unión Europea en África, la especulación bursátil internacional de las materias primas engendrada por los biocombustibles, el gobierno de Estados Unidos y la Organización Mundial del Comercio.
La advertencia de Fidel Castro:
Hace más de un año, el 28 de marzo de 2007 para ser preciso, el ex presidente cubano Fidel Castro alertó al mundo contra el peligro que representan los biocombustibles. En una larga reflexión titulada «Condenadas a muerte prematura por hambre y sed más de 3.000 millones de personas en el mundo», denunció «la idea siniestra de convertir los alimentos en combustible» elaborada por el presidente Bush como línea económica de la política exterior de Estados Unidos. El inquilino de la Casa Blanca había declarado su intención de producir 132.000 millones de litros de biocombustibles para 2017.
«Actualmente sabemos con toda precisión que una tonelada de maíz sólo puede producir 413 litros de etanol como promedio.El precio medio del maíz en los puertos de Estados Unidos se eleva a 167 dólares la tonelada. Se requieren por tanto 320 millones de toneladas de maíz para producir [132.000 millones de litros] de etanol. Según datos de la FAO, la cosecha de maíz de Estados Unidos en 2005 fue de 280,2 millones de toneladas. Aunque el presidente hable de producir combustible a partir de césped o virutas de madera, cualquiera comprende que son frases carentes absolutamente de realismo»
Para Fidel Castro, si semejante receta se aplicase en los países del Tercer Mundo, el número de personas que morirían de hambre y por la carencia de agua tomaría proporciones vertiginosas, sin hablar de las consecuencias ecológicas. «No quedará un árbol para defender a la humanidad del cambio climático»
El ex presidente cubano también criticó la intención de Europa de usar no sólo el maíz sino también el trigo, las semillas de girasol, colza y otros alimentos para la producción de biocombustibles. «Eso ocasionará, escribía, un auge de la demanda, un alza colosal de los precios de estas materias primas alimentarias y una crisis humanitaria de consecuencias trágicas». Desgraciadamente, las previsiones de Fidel Castro eran exactas
El líder revolucionario cubano propuso una solución sencilla para ahorrar energía:
«Todos los países del mundo, ricos y pobres, sin ninguna excepción, podrían ahorrarse millones de dólares en energía simplemente cambiando todos los bombillos incandescentes por bombillos fluorescentes, algo que Cuba ha llevado a cabo en todos los hogares del país. Eso significaría un respiro para resistir el cambio climático sin matar de hambre a las masas pobres del mundo»
Es imprescindible una moratoria inmediata sobre los biocombustibles
Lejos de aprender las lecciones del drama social y humano que atraviesa el planeta, Estados Unidos ha ratificado su intención de duplicar las enormes superficies que ya dedica a la producción de biocombustibles. Europa también ha hecho alarde de su intención de desarrollar estos productos de sustitución. Las consecuencias serán trágicas, lo peor está por venir.
La soberanía alimentaria es un derecho inalienable de los pueblos. No existe otro más importante. La pobreza y el hambre no son fatalidades sino consecuencias directas de un sistema económico inhumano y destructor que viola el derecho a la vida de los desheredados del planeta. Por esta razón, es urgente establecer una moratoria inmediata sobre los biocombustibles so pena de hacer frente a un auténtico genocidio. Esta producción es insostenible desde el punto de vista moral, político y social. La especie humana está en vías de autodestruirse. Es más urgente que nunca poner término a esta enloquecida carrera hacia el Apocalipsis.
3): LA GLOBALIZACIÓN DE LA ECONOMÍA EN COLOMBIA:
La globalización sería entonces el proceso de la totalmente libre circulación de mercancías, capitales y factores de la producción entre los países del mundo.
Los países intercambiarían profusamente sus producciones, a los que le sobra capital lo invertirían en los países que tengan mayor escasez del mismo y lo remuneren mejor y todos los factores circularían sin barreras entre las fronteras nacionales. Se daría un proceso de convergencia en las remuneraciones de los factores y en el crecimiento económico de los países.
Desde el punto de vista económico, la globalización ha sido promovida a través de la disminución de las regulaciones en los mercados, las transacciones de dinero, los acuerdos de libre comercio, la creación de bloques económicos y/o mercados comunes entre países y regiones, entre otros.
Este proceso de integración mundial ha tenido tanto seguidores como críticos. Por un lado, integrar la economía de un país con la del resto del mundo permite abrir nuevas oportunidades de crecimiento al país, nuevas fuentes de recursos, mayor comercio internacional, nuevos destinos para los productos nacionales, entre otros beneficios; igualmente, permite encontrar en el exterior productos que pueden ser utilizados en la economía nacional y que pueden representar un beneficio, mientras que, a nivel internacional, permite el desarrollo de instituciones comerciales internacionales, sistemas de producción integrados, etc. Sin embargo, cuando las economías están muy integradas, se corre el gran peligro de sufrir los efectos de situaciones que se presenten en otros lugares sobre las cuales no se tiene ningún control. Estas situaciones críticas pueden traer beneficios pero también pueden generan efectos desastrosos, no solamente en el lugar del problema sino en otros países y regiones, provocando desajustes, crisis e inestabilidades de gran magnitud.
La tecnología ha sido un factor fundamental en el proceso de globalización: el avance en las telecomunicaciones, en los sistemas de información, en la interconexión entre personas alrededor del mundo ha permitido que el comercio y los recursos, se movilicen, redireccionen o reinviertan rápidamente. Por lo tanto, si se presentan oportunidades en uno o muchos lugares, la distancia ya no es un impedimento para acceder a ellas; de la misma forma, cuando se presentan peligros inminentes, se puede lograr la rápida salida de los recursos de ese lugar sin importar lo lejano que esté.
EN COLOMBIA:
- Las eexportaciones cafeteras comienzan en la fase final de la primera globalización.
-El impacto es gigantesco y propicia un fuerte crecimiento que se sostiene hasta los años 50.
-Protección muy alta a industria y agricultura que revalúa la tasa de cambio y contribuye a que el país sea mono exportador.
La globalización con sus grandes beneficios está bastante lejos del alcance de Colombia, aunque le correspondió absorber un duro choque recesivo: la crisis internacional de 1998-1999 encontró a la economía en profundo desequilibrio macroeconómico. Otros elementos nocivos de la globalización, como el tráfico de drogas y de armas, han perjudicado notablemente a la nación y a su economía.
El entorno de los años noventa ha sido dominado por una expansión del poder público a costa del poder privado que ha paralizado la extensión de la economía al resto del mundo con base en sus exportaciones. El endeudamiento público, especialmente notable de 1995 en adelante, ha sido un factor adicional revaluatorio del peso y por lo tanto desincentivador de las exportaciones no tradicionales. La política de expansión fiscal mantenida durante 8 años costó una pérdida importante del PIB en la crisis que nos sacudió. El flujo de capital que logró llegar fue desacomodado por la expansión al debe del gasto público. Ese flujo fue excesivo en relación con la capacidad de la economía para acomodarlo y hubo que pujar contra el gasto público para lograr un espacio que se desvaneció seguidamente.
La situación de orden público hace difícil atraer nuevos capitales extranjeros y aún nacionales. El desajuste fiscal está comenzando a subsanarse pero faltarán varios años de austeridad para lograr este propósito, fundamental para poder participar en las corrientes internacionales de capital.
Un estado que pretenda ejercer sus políticas en forma soberana debe ganarse la legitimidad necesaria para poder cobrar los impuestos justos y suficientes que financien un gasto público que atienda las necesidades más sentidas de su población. No debe requerir sino marginalmente del endeudamiento externo y de apoyos multilaterales para poner en práctica sus políticas independientes.
El ajuste del sector privado que exigió la crisis se hizo con un control de la inflación, lo que propició una importante devaluación real del peso e incentivó de nuevo el aumento de las exportaciones. Sin embargo, esto sucede un tanto tardíamente, cuando las locomotoras que arrastran el crecimiento del globo comienzan a desfallecer.

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